Lecturas: "Torpe" e "Inverosímil" |
Se hizo de rogar, pero por fin tenemos a Jeffrey Brown en España. Por el momento, con las dos primeras y excelentes entregas de su trilogía de novias.
Como en cualquier parte, en el oficio del dibujante de cómics podemos encontrar personajes de todo tipo. Desde súper estrellas intocables hasta gente de lo más cercana. Pero hay un caso curioso: Jeffrey Brown. El autor de Michigan no sólo es humilde, sino que encima se desprecia o se subestima, como prefiráis. Los títulos de Torpe ó Inverosímil no dejan lugar a dudas, y en sus páginas encontramos dos relaciones sentimentales que mantuvo el autor y en las que se muestra como una persona apocada y poco hábil en el juego del amor. Acompaña a esta sensación un dibujo tosco y primerizo, como el que un tierno infante garabatea en sus primeros folios.
Con todos estos ingredientes Jeffrey Brown consigue desvelarnos la inmutable impronta que nos dejan las pequeñas cosas. Los breves retazos de sus relaciones que tiene a bien contarnos ilustran la importancia, en toda relación entre dos personas que se aman, de los pequeños detalles cotidianos. Una palabra, una llamada telefónica, un olor, un golpe, una brizna de cabello... Poco a poco estas nimiedades van sumando y construyendo un vínculo afectivo inquebrantable. Nuestra vida está cohesionada y endurecida por la cola de impacto de los aparentemente insulsos momentos del día a día. Estos episodios que constituirán la base de nuestros recuerdos, a menudo despertados por -qué curioso- un ínfimo gesto, una huidiza fragancia, una fugaz nota...
Tanto Inverosímil como Torpe (dos libros que han sido editados de forma cronológicamente inversa a su aparición en Estados Unidos) son una oda a la felicidad de estar en pareja. Para lo bueno y para lo malo, para compartir todos los momentos con una persona que sirve de apoyo y de resorte para afrontar la vida tal como viene. Y lo verdaderamente impactante de estos dos libros es la universalidad de los sentimientos tan personales expresados en sus páginas. Jeffrey Brown realiza un ejercicio catártico de confesión, despojándose de todo atisbo de pudor para mostrarnos los recuerdos de sus relaciones. Son cortos flashes que integran la esencia de dos episodios muy determinados de su tardoadolescencia pero con reminiscencias muy familiares para todo aquel que se acerque a sus páginas. En ellas encontrará, sin duda, pedazos de su propia vida en pareja.
Páginas interiores:
Torpe Jeffrey Brown La Cúpula | Inverosímil Jeffrey Brown La Cúpula |
Como en cualquier parte, en el oficio del dibujante de cómics podemos encontrar personajes de todo tipo. Desde súper estrellas intocables hasta gente de lo más cercana. Pero hay un caso curioso: Jeffrey Brown. El autor de Michigan no sólo es humilde, sino que encima se desprecia o se subestima, como prefiráis. Los títulos de Torpe ó Inverosímil no dejan lugar a dudas, y en sus páginas encontramos dos relaciones sentimentales que mantuvo el autor y en las que se muestra como una persona apocada y poco hábil en el juego del amor. Acompaña a esta sensación un dibujo tosco y primerizo, como el que un tierno infante garabatea en sus primeros folios.
Con todos estos ingredientes Jeffrey Brown consigue desvelarnos la inmutable impronta que nos dejan las pequeñas cosas. Los breves retazos de sus relaciones que tiene a bien contarnos ilustran la importancia, en toda relación entre dos personas que se aman, de los pequeños detalles cotidianos. Una palabra, una llamada telefónica, un olor, un golpe, una brizna de cabello... Poco a poco estas nimiedades van sumando y construyendo un vínculo afectivo inquebrantable. Nuestra vida está cohesionada y endurecida por la cola de impacto de los aparentemente insulsos momentos del día a día. Estos episodios que constituirán la base de nuestros recuerdos, a menudo despertados por -qué curioso- un ínfimo gesto, una huidiza fragancia, una fugaz nota...
Tanto Inverosímil como Torpe (dos libros que han sido editados de forma cronológicamente inversa a su aparición en Estados Unidos) son una oda a la felicidad de estar en pareja. Para lo bueno y para lo malo, para compartir todos los momentos con una persona que sirve de apoyo y de resorte para afrontar la vida tal como viene. Y lo verdaderamente impactante de estos dos libros es la universalidad de los sentimientos tan personales expresados en sus páginas. Jeffrey Brown realiza un ejercicio catártico de confesión, despojándose de todo atisbo de pudor para mostrarnos los recuerdos de sus relaciones. Son cortos flashes que integran la esencia de dos episodios muy determinados de su tardoadolescencia pero con reminiscencias muy familiares para todo aquel que se acerque a sus páginas. En ellas encontrará, sin duda, pedazos de su propia vida en pareja.
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