XII Salón del Manga (I): Como sardinitas

Decididamente, La Farga de L'Hospitalet se ha quedado pequeña. Si el año pasado la impresión que me llevé del Salón del Manga era positiva, este año se ha visto enturbiada por la tremenda aglomeración que se ha producido. Tal ha sido el éxito de asistencia que, independientemente de las cifras oficiales que se den a conocer el lunes, no me equivoco si aseguro (y no estoy solo en esto) que el Salón del Manga cuenta ya sobradamente con más visitantes que el Saló del Còmic. Hecho que acentúa la necesidad de celebrar el evento en un recinto mucho mejor acondicionado que una Farga que se ha quedado irremediablemente pequeña. Para que el lector se haga una idea: servidor ha llegado a las 10:00 de la mañana y la cola para comprar entrada daba la vuelta al edificio; a las 12:00 he recibido dos llamadas de personas que han desistido de entrar y se vuelven a casa, quizá lo intenten de nuevo mañana; a la salida (14:00), continuaba la extensísima cola. Y dentro el panorama reflejaba con creces lo que se esperaba a la entrada, pues era prácticamente imposible caminar de un stand a otro. Mucho me temo que este ha sido, obligadamente, el último año del Salón del Manga en La Farga de L'Hospitalet. El hermano pequeño del Saló del Còmic ha dejado de usar pañales y ya necesita una casa como la del mayor.


Vista picada del Salón del Manga hoy sábado 28

El ambiente en el interior, calor y agobios aparte, sigue siendo el de una gran fiesta. La juventud y la energía de los chicos me desbordan. Tienen unas ganas inmensas de pasar una gran jornada acompañados de sus héroes de cómic, ataviados con sus disfraces caseros. Acuden en masa a una cita anual que esperan con impaciencia los días previos.


(Perdón, el móvil. Mensaje: "Está entusiasmada". Compañera de trabajo cuya hija de 20 años acaba de volver a casa después de una mañana intensa en el salón)


Queda claro, pues. Yo me he retirado al hogar cansado, abrumado por unos pasillos abarrotados, mientras los más jóvenes, esta nueva generación que ha mamado el manga desde chiquita, está disfrutando de unos días incomparables de diversión y entretenimiento. Manga, anime, videojuegos, cosplay, rol, karaoke, j-pop... todo reunido en un único lugar con el sano objetivo de hacer pasar lo mejor posible este cálido último fin de semana de octubre.

Éste es el público que hay que cuidar, mimar y educar; no basta con agradecer el efecto colateral que produce la emisión de anime por televisión (entre otros factores). Estas ya dos nuevas hornadas de lectores no se pueden perder una vez alcancen una edad en la que se replantearán sus aficiones. Muchos de ellos abandonarán ciertos géneros de manga más orientados a un público adolescente, por lo que se hace necesario poner a su alcance varias alternativas para que no abandonen la lectura de cómic. Enseñarles otros mundos dentro del cómic o tener una parcela de manga más adulto, dedicar un espacio en el salón a otras ofertas culturales y de ocio para el lector más maduro... Lo que sea, pero que no se bajen del tren, por favor.


Akira Kushida y Hironobu Kageyama antes de perder la peluca

Por otro lado, los invitados despiertan reacciones opuestas. Mientras Hironobu Kageyama se desmelenaba (en todos los sentidos) en el escenario interpretando la canción de la cabecera de Dragon Ball Z, Hideshi Hino (El hombre cadáver, Panorama infernal) departía en la sala de actos una interesantísima conferencia sobre el manga de horror, las diferencias entre el enfoque del terror por parte del cine oriental y el occidental, y cómo el Frankenstein de Boris Karloff y La metamorfosis de Kafka han moldeado sus obras. Monkey Punch (Lupin III) y Tachibana Higuchi (Alice, escuela de magia), por su parte, contaban con largas colas en sus sesiones de firmas a esa misma hora. Me quedo sin ver la expectación que generarán Masakazu Katsura (Zetman, I''s) y el grupo gótico Blood esta misma tarde.


Hideshi Hino en su exposición de originales

Mañana, si mis fuerzas no flaquean, más.

Fotografías de Santi Romero para Ficomic