Lecturas: "Cat Shit One"

Más lecturas de novedades del Salón del Manga de la semana pasada. Otra vez toca un título de Glénat: Cat Shit One.


Cat Shit One 1
Motofumi Kobayashi
Ediciones Glénat


Motofumi Kobayashi cuenta en su currículum con ser el primer artista de origen nipón que dibujó una serie para Marvel, en 1987. El cómic que dibujó llevaba por título Psychonauts, estaba guionizado por Alan Grant y se enmarcó dentro de la línea Epic de la editorial. Este guionista y dibujante japonés ha publicado numerosas obras bélicas en la revista japonesa Combat Magazine, posteriormente recopiladas en tomo y que pronto veremos publicadas por la misma Glénat dentro de una nueva línea de cómic de guerra. Cat Shit One es un claro ejemplo del trabajo de este autor dentro del cómic con tintes militares.

Para los acérrimos del género bélico sin mucha moralina tenemos este manga en tres volúmenes firmado por Kobayashi, en el que se narran varias misiones de un grupo de comandos del cuerpo de infantería de los EEUU en la guerra del Vietnam. Dog Shit One era la denominación que recibían aquellos soldados recién salidos de la academia militar de West Point, que fue una de las grandes proveedoras de oficiales del ejército estadounidense durante la guerra del Vietnam. La inexperiencia en combate real de estos soldados y el exceso de tenientes y la falta de soldados rasos propició una situación desequilibrada en el ejército de los EEUU que repercutió negativamente en el campo de batalla. Mucho capataz para tan poco obrero, que se diría, en un intento de profesionalizar y dar una imagen falsa en realidad de gran capacidad combativa.

Los protagonistas, Perky, Rats y Botaski, forman parte del Cat Shit One, un trasunto de los Dog Shit One, y uno de los Comandos de Operaciones Especiales destacados en Vietnam del Sur. Las misiones que llevarán a cabo y descritas en el cómic son sencillas en su planificación, los distintos capítulos se presentan con un guión inconexo excepto en los últimos episodios, y se echa en falta, ya que se informa de forma tan detallada de los hechos históricos reales, que éstos sucedan en el cómic en el mismo orden cronológico. El cómic está complementado con multitud de detalles técnicos e históricos de la guerra del Vietnam que a menudo interrumpen su lectura, pero que harán las delicias de los amantes del género bélico puro y duro y de los fetiches de la guerra. El uso de animales antropomorfizados lo intenta justificar el propio autor en un texto al final del primer volumen, pero no parece muy acertado: más bien demuestra que se quiere seguir la estela del Maus de Spiegelman de alguna forma que aún no alcanzo a entender. Eso sí, el detallismo gráfico es precioso y preciso, muy respetuoso con el armamento, los movimientos y las situaciones reales, y tiene algunos momentos dramáticos resueltos con oficio. En resumen, nos queda un cómic bélico correcto, pero sigo prefiriendo mis Hazañas bélicas.