Lecturas: "Cómo me he vuelto estúpido" y "A la deriva"

Menudo fin de semana, qué trajín. Añadir estantes a la estantería para tener más espacio para los cómics que un día acabarán por devorarme, más compras que no hacen más que empeorar esta situación de falta de espacio, más novedades que se anuncian para esta misma semana... Si no fuera por los buenos ratos que me hace pasar esta afición, se diría que soy un poquito masoquista. Pero estos días he podido disfrutar de bastantes lecturas que poco a poco iré subiendo al blog, como estas dos...


Cómo me he vuelto estúpido
Nikola Witko
Bang! Ediciones


Antonio está harto. Es un individuo, con todas las denotaciones de la palabra. Es una persona singular, íntegra, culta y hastiada de que el borreguismo, el colectivo de la mayoría adocenada, sea el que lleve la voz cantante en la sociedad, sea el motor de una maquinaria donde los más estúpidos son los que obtienen el éxito y alcanzan la fama. Por ello, Antonio, a pesar de contrariar a sus amigos, ha decidido ser uno más, entrar en la ecuación de un sistema económico decadente pero de inmediata recompensa. Apartaros, estoicos, que viene Antonio acompañado de su chamba, danto lugar a situaciones tan surrealistas como descacharrantes.

Nikola Witko adapta en este cómic una novela de Martin Page con desigual fortuna. Emplea con desparpajo un dibujo sencillo, de trazo despreocupado, ora caótico ora experimental, aunque siempre al servicio de las andanzas de Antonio. La menor de las suertes está en el guión, que comienza flojo y titubeante para coger carrerilla al poco de la decisiva resolución del protagonista. En ocasiones queda la sensación que se está leyendo un repaso de soslayo de la novela original, como si faltaran pasajes cruciales que expliquen el devenir de la historia. No obstante, no es un cómic que pida a gritos un análisis profundo y cínico de la sociedad actual, sino más bien es una pequeña evasión, una yuxtaposición de obvias críticas de la política empresarial y social, del pensamiento único. Sin ínfulas de grandeza y con goteo de humor fácil y guasón.


A la deriva
Michel-Yves Schmitt
Dibbuks


Tratar un tema delicado como la desaparición de una madre y la tensión existente en la relación entre un padre y un hjo no tiene por qué desembocar en una obra trascendental. Al contrario, buscar la realización de una obra maestra acaba por defraudar al lector que ha sido llamado por el reclamo de una historia a priori sublime. Me pasó con Madre, vuelve a casa y casi me ocurre igual con A la deriva, si no llega a ser porque ésta última ha sido publicada sin hacer el más mínimo ruido. Más como una pataleta tardoadolescente del protagonista, se nos presentan las neuras de Luc, un actor fracasado sin mano izquierda para sus relaciones con las mujeres y con un enfermizo desprecio hacia un padre que le ha tenido toda la vida desatendido. La inesperada muerte de la madre/esposa es el desencadenante final de un enfrentamiento paternofilial decisivo que se queda en la línea de salida de una gran historia. El slice of life, el costumbrismo sin más, parece que ha hecho mucho daño a algunos autores, obsesionados con el género pero sin ser capaces de aportar nada más, ese punto diferencial que hace de un cómic algo único ante los demás. A la deriva es, sencillamente, un capítulo en la vida de un solitario sin la sal y la pimienta necesarias para cubrir el regusto de una lectura reservada a los paladares que se deleitan con saborear la historia de una persona corriente y moliente, contestataria y disconforme, pelín inmadura quizá.