Blutch retoma "Le petit Christian"


¡Diez años! ha tardado Blutch en decidirse a maravillarnos con una nueva entrega, la segunda, de Le petit Christian, las correrías de un pequeño trasto de 8 años en la Alsacia de los años 70. Una suerte de autobiografía cargada de malicia que nos hará reír hasta que se nos salten los empastes. El álbum está previsto que salga a la venta en octubre, publicado por L'Association, pero a partir del 25 de junio lo podremos ver prepublicado en las páginas del semanario Charlie Hebdo en diez episodios. Hay un avance (en francés, obviamente) en la página del FNAC.

Aprovecho la ocasión para recordar que el trabajo de Blutch, seudónimo del genial autor Christian Hincker (Estrasburgo, 1967), apenas ha sido visto en España. La voluptuosidad (Ponent Mon) marcó el inicio de una empresa un tanto audaz, en tanto es una de las obras más extrañas y enrevesadas del dibujante. Pero, a la vez, es pura poesía gráfica, un ejercicio de exorcismo lujurioso plasmado en carboncillo. A este libro le siguió el satírico Blotch (La Cúpula), en el que nos encontramos con un Blutch anterior completamente distinto al experimental de La voluptuosidad. El dibujo que nos presenta en este álbum crítico con la sociedad del arte, alegoría de las mentiras y las puñaladas que pueblan el mundo del cómic, es más próximo al que veremos este mismo año en Péplum (Ponent Mon), una versión personalísima del Satiricón:

    He construido Péplum desde varios ángulos. Es casi como una autobiografía. Hice una adaptación libre del Satiricón de Petronio, la primera novela de la historia. Es una novela fascinante. Tiene agujeros porque no se encontró completa. Como faltan trozos, eso crea un misterio terrible que nunca he encontrado en ninguna otra novela. Eso es una ventaja para la imaginación. En cierta manera, aunque no me comparo con Fellini, cuando él adaptó el Satiricón al cine, inventó partes y cuando yo tuve que resolver Péplum, también tuve que hacerlo. Al principio, de una obra de Shakespeare hay una escena que es el asesinato de Julio César. Para Péplum tomé directamente de ahí el texto del asesinato y lo puse en escena. En realidad, el personaje de Publius Cimber de Péplum está citado en la obra de Shakespeare, pero no se le ve nunca. Se le escucha nombrar nada más que en ese momento. Lo que hice fue apoderarme de ese personaje y desarrollarlo, crearle una vida. Cuando decidí adaptar el Satiricón, obviamente pensé inmediatamente en Fellini, pero luego decidí alejarme de lo payasesco y hacer algo más duro. Lo que quise lograr fue que la gente no tuviese puntos de referencia y que le pareciera algo totalmente desconocido, como si se tratase de otro planeta, casi como algo de ciencia ficción. Lo que me fascina es que en el mundo precristiano, la mentalidad, la manera de concebir las cosas, era totalmente distinta. Por ejemplo, la gente debía de reírse de cosas completamente diferentes de las nuestras o cómo abordaban el tema de la homosexualidad, que es una idea reciente, del siglo pasado. Lo que intenté hacer fue describir un mundo inquietante, extraño y cruel. Por eso incluyo al comienzo de la historieta la muerte de Julio César, para que el lector no esté totalmente perdido y tenga al menos una referencia para seguir el relato.


    Péplum es la historia de un amor imposible, de un personaje que está enamorado de una mujer presa en el hielo y su amor hace derretir ese hielo. Él piensa que su amor es lo más grande, es muy vanidoso y cree que está a la altura de los dioses, pero no es más que un hombre como todos y se equivoca. Se va perdiendo en el camino. Y aquí estamos cerca del tercer eje de Péplum y que tiene que ver con el ballet. Cuando trabajo pienso mucho en el ballet, en la danza y puede ser que Péplum sea como un largo ballet. Todo eso puede ser medio pretencioso, pero bueno, si hay un momento para ser pretencioso es en el trabajo de uno ¿no?

    Extracto de una entrevista a Blutch en Ergocomics


Tenéis muchísima más información en castellano sobre Blutch en casa de Pepo.

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