Lecturas de salón (IV)

Ya habréis notado que esta semana las actualizaciones de cierto blog han brillado por su ausencia. La razón no es otra que los deberes mercantilistas del que esto escribe, que no se puede comprar los tebeos sin recibir antes algo de dinerito en forma de nómina mensual. Sinceramente, no espero recuperar una cadencia de actualización diaria hasta pasado el 8 de julio, día clave del proyecto en el que estoy sumergido, aunque espero que a partir de este lunes las cosas vayan volviendo a su cauce paulatinamente.

En fin, creo que me estoy yendo por derroteros que no interesan a nadie. Aquí se viene a hablar de tebeos, que es para lo que estoy tecleando ahora mismo. Esta semana ha costado, pero he encontrado huequecitos para leer dos libritos de La Cúpula totalmente distintos pero la mar de majos, cuyas reseñas os dejo aquí mismo.


La serpiente roja
Hideshi Hino
La Cúpula


Hideshi Hino consigue atraparnos en su abrazo mortal, nos introduce en una espiral de horror de la que es imposible salir ileso, tal como el protagonista no puede escapar de la mansión donde vive. El anónimo personaje comienza el relato describiendo sus intentos por escapar de una casa que parece interminable y donde también habita su familia, compuesta por sus padres, su hermana y sus abuelos paternos. No es una familia tradicional, detalle del que nos damos cuenta desde la primera viñeta: el abuelo tiene un quiste enorme en el cuello que se trata con friegas con huevo, el padre cuida las gallinas que ponen dichos huevos, la hermana está pirada por los bichos que sirven de alimento de las plumíferas, la abuela no parece estar bien equipada de la azotea pues se dedica a empollar los huevos que le trae su hijo... Los únicos que parecen estar dentro de unos estándares normales son el narrador y su madre, en definitiva. Pero la casa alberga un terror oculto tras un espejo de bronce que bloquea un pasillo. Si el espejo se rompe, una criatura terrible escapará de su prisión para atormentar y llevar la desgracia a tan singular familia.

La serpiente roja es un manga que hace honor al animal de su título. La historia que nos cuenta Hideshi Hino es un relato de terror claustrofóbico que se encuentra agazapado, escondido, y que va manifestándose poco a poco, in crescendo, hasta enroscarse alrededor de tu cuerpo y apresarte para dejarte sin respiración en el clímax. En una narración sinuosa y desasosegante, el autor nos regala momentos surrealistas alternados con episodios nauseabundos y directamente desagradables, en un ejemplo perfecto del terror japonés más escatológico.

No quiero dejar sin comentar el epílogo del autor: descacharrante.


Buen tiempo
Joe Matt
La Cúpula


Por fin tenemos de vuelta a Joe Matt y su Peepshow. Originalmente publicado en los números 5 a 8 de la revista, los capítulos que componen este libro relatan un episodio de la infancia del autor en los suburbios estadounidenses de los años 70. Es un fin de semana recordado al detalle en el que Matt no esconde su egocéntrica, egoísta, avariciosa y cobarde personalidad de antaño. El pequeño protagonista se destaca por su amor por los cómics y el dinero, sus constantes engaños y traiciones para obtener lo que desea, y su postura miedica ante la más diminuta aventura. Estará siempre acompañado de su amigo Dave y su inseparable bicicleta para hacer frente a todos los problemas que se le vienen encima.

Joe Matt es uno de los autores más sobresalientes del movimiento independiente que está en la plantilla de la editorial canadiense Drawn & Quarterly. En este Buen tiempo, el autor hace gala de un dibujo que evoca perfectamente la época setentera, en un estilo detallista de los decorados que recuerda al de su compañero editorial y también nostálgico Seth. Sus personajes, en cambio, son más caricaturescos y expresivos, rayantes en la hipérbole. Sorprende de este Buen tiempo, sobre todo, la sinceridad con que afronta su infancia y nos la plasma con todo lujo de detalles y sin obviar los detalles más escabrosos. Se presenta como un niño vil y avaricioso, y no deja de destacar, aunque de forma indirecta, su admiración por su amigo Dave, compañero de desventuras que, al contrario que Joe, da la cara ante los problemas de forma directa.

Todo un ejercicio de objetivo y nostálgico recuerdo de una época de despreocupaciones preadolescentes que están por terminar para dar paso a otra etapa más adulta. Acertada metáfora la de la portada, con los protagonistas trabajando juntos mientras su infancia se devanece con el crepúsculo en el horizonte.