Crónica de un día en el Salón del Manga

Este año he vuelto a visitar el Salón del Manga, en su undécima edición, y las impresiones no pueden ser más positivas, a la par que esperadas. El éxito de público (ayer ofrecieron datos oficiales que sitúan en 63.000 visitantes la cifra de este año) y la actitud positiva y de desparpajo que éste muestra durante su visita contagia optimismo y diversión a quien pasea por el recinto de La Farga de L'Hospitalet. Más que un enorme mercado donde se ponen a la venta las novedades del mes, este salón es una invitación a una fiesta, es una evasión del mundo exterior. Karaoke, disfraces, talleres y juventud, tremenda y querida juventud, son los ingredientes de un salón con más éxito a medida que pasan los años.

No visitaba el salón desde hace 3 años, cuando estuve al otro lado de un stand. La impresión no es la misma, desde luego. Desde el lado de la librería, son días de estrés, de mantener una oferta variada que te diferencie del resto, y, en ocasiones, de extrema precaución y constante vigilancia. Los sábados son infernales, y el karaoke no ayuda a aliviar el dolor de cabeza que se apodera de tu ser bien entrada la tarde. Desde el punto de vista de un visitante normal, es una experiencia relajante y casi conmovedora, más si cabe si se acude la mañana de un día de poca afluencia. Es el contexto perfecto para pasear de forma despreocupada, saludar a los amigos y ser testigo de la recuperación del lector de más tierna edad, aquél que ha sido olvidado por otros géneros del mundo del cómic (o que éste no ha sabido captar a pesar de sus buenas intenciones). Un soplo de aire fresco que, al mismo tiempo, desprende esperanza para un mercado pequeño y en teórica crisis continua.

En cuanto a novedades, siendo como soy poco dado a leer manga, no soy el más adecuado para hacer una lectura, ni positiva ni negativa, de la cantidad y la calidad de los títulos que las editoriales han preparado con motivo del salón. Está claro que hay manga para todos los gustos, y las editoriales cada vez parece que tienen más cogido el pulso a lo que quieren ofrecer a su público. Es el caso de, por ejemplo, La Cúpula, con especial énfasis en seinen y yaoi. Otro día comentaré las novedades de esta editorial, porque hoy quiero destacar un manga de Glénat que me ha llamado bastante la atención: La mujer de la habitación oscura. Un título con una traducción poco acertada, pues al terminar su lectura aún andaba buscando la "habitación oscura"; en realidad, el título original vendría a ser algo así como La mujer de la habitación de estilo japonés -gracias, Micko-. Aún así, este manga de Minetaro Mochizuki merece mucho la pena.


La mujer de la habitación oscura
Minetaro Mochizuki
Ediciones Glénat


Si una mujer alta y delgada, de pelo largo, cargada con un par de bolsas y de aspecto andrajoso, estuviera llamando incesantemente a la puerta del vecino a altas horas de la noche, ¿abrirías tu puerta para averiguar qué sucede? Éste es el punto de partida de La mujer de la habitación oscura, el último manga de Minetaro Mochizuki aparecido en España. Hiroshi Mori es un estudiante universitario cuya curiosidad le va a jugar una mala pasada, pues una completa desconocida se irá introduciendo en su vida hasta el punto de acosarle de forma enfermiza. Nadie de su entorno estará a salvo de la paranoia de esta misteriosa y sobrenatural mujer, empecinada en controlar y maniatar la vida del joven protagonista; no habrá resquicio de intimidad que no sea profanado. La ansiedad y la angustia se irán apoderando de Hiroshi, ya que al parecer no hay forma humana posible de deshacerse de la constante y amenazadora presencia de una mujer espeluznante y maquiavélica.

La mujer de la habitación oscura viene a sumarse al ya amplio catálogo de mangas de terror, especialmente psicológico, que está inundando las librerías últimamente. Las atmósferas agobiantes y abrumadoras, los personajes desquiciados, descolocados por la manipulación externa y la aparición de seres sobrenaturales de figura humana y parcas palabras... éste es el escenario ideal para provocar el desasosiego en el lector, y los autores japoneses son auténticos maestros en la materia, consiguiendo imprimir, además, un pulso narrativo adecuado para presentar in crescendo las situaciones más escatológicas, aterradoras o inquietantes que podamos concebir. Minetaro Mochizuki consigue, con esta misma receta, un manga de terror que hará las delicias de los amantes del género. Este autor no es desconocido en nuestro país, ya que de mano de la misma Glénat pudimos deleitarnos con su Dragon Head, otra obra maestra del terror psicológico, donde un reducido número de un grupo de escolares que viajaban en un tren sobreviven al desastre para ser testigos de un Japón devastado por causas desconocidas y deambularán por un país irreconocible, piezas abandonadas a su suerte en un territorio ignoto. En La mujer de la habitación oscura, los protagonistas serán juguetes en manos de un ser manipulador y malévolo, representado con forma de escuálida, gigante y desaliñada mujer de expresión torcida, símbolo por antonomasia presente en todas las leyendas urbanas. Correr no sirve de nada, quizá desaparecer...