Salonadas (V): Sensaciones |
Hace unas horas ha finalizado la 24ª edición del Saló Internacional del Còmic de Barcelona, el evento más importante de nuestro amado mundillo de España. Como es habitual, las sensaciones van desde el aburrimiento habitual dentro de lo que es el gran supermercado hasta el agradable reencuentro con profesionales y amigos del resto de la geografía patria, pasando por unas excelentes y variadas exposiciones. La sensación global de este Saló se puede resumir en varios puntos.
El primero es que la asistencia de público se me ha antojado menor que ediciones inmediatamente anteriores. Será el Mundial, será la Fórmula 1, será el Roland Garrós, será el buen tiempo de playa, serán los exámenes o vaya usted a saber. Pero se podía pasear sin agobios por todo el recinto e incluso ha habido largos periodos donde el Saló presentaba un aspecto desangelado. Por otro lado adecuado, claro, para poder deambular sin agobios entre stand y stand. Eso sí, la gente se ha animado, y se nota cada año más, a aparecer disfrazada y con más ganas de fiesta. Me estoy haciendo mayor, supongo, yo sería incapaz de algo así (aunque hoy hayan sugerido lo contrario, pero esto es harina de otro costal...), pero alegra ver que la juventud llega desinhibida a pasar unos días de pura diversión disfrutando de su mayor afición.
El segundo aspecto a destacar es el giro en la dirección y en la percepción que se tiene del Saló desde fuera. Sobre todo porque éste ha sido un Saló donde se ha querido dar un paso más allá hacia la constatación de que el cómic es un medio artístico y, como tal, merece reconocimiento legítimo en las altas esferas. La propuesta no de ley de un Premio Nacional del Cómic ha llevado a que el sábado tuviera lugar una reunión larga y densa entre editores, autores, críticos y una delegación de diputados del Congreso donde se ha hablado con seriedad y ánimos una serie de medidas para llevar al cómic a un estatus social normalizado. El cómic en las escuelas de primaria y secundaria, en universidades, en bibliotecas, asociaciones para la defensa y el cuidado del material, un ya no tan utópico gremio de editores... Son palabras mayores para una industria que hace no mucho se encontraba abandonada por las instituciones gubernamentales. Sólo falta que autores y editores sigan de la mano en esta aventura que ha de ser indisolublemente conjunta.
La repercusión mediática de esta edición me ha sorprendido. Estaba claro que la presencia del ministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar levantaría el interés general de todos los medios informativos, y así fue. El jueves, primer día del Saló, sus dibujos despertaron la curiosidad y la necesidad de la foto perfecta por parte de las cadenas de televisión y los diarios presentes. Otra figura estrella fue Andreu Buenafuente, que asistió a la presentación oficial de la revista Buenafuente que edita El Jueves con una tirada de cerca de 100.000 ejemplares. Buenafuente, "El Follonero" y Óscar Nebreda ofrecieron un recital de humor en una presentación seguida muy de cerca por las cámaras.
En consonancia han ido muchas de las mesas redondas y conferencias que se han dado en las salas correspondientes. La heterogeneidad ha sido la nota de este año, en una edición donde ha habido charlas sobre la guerra civil, política, fútbol, cine, géneros y orientaciones sexuales y blogs. Queda patente, pues, la globalidad de temáticas que puede abarcar un medio como el cómic, y la intención democrática de hablar todos de todo. Con respeto, humor y amor a la industria.
Buena nota merecen también las exposiciones y la conquista de la ciudad condal. Varios actos paralelos se han llevado a cabo en toda Barcelona, sobre todo en el barrio de Gràcia (a 20 minutos del Saló), que complementaban a la perfección las exposiciones y los actos oficiales que se daban dentro del recinto ferial. Todas las exposiciones han tenido una cuidada presentación, como viene siendo habitual en los últimos años. La memoria rescatada de nuestra guerra civil, de la que este año se cumplen 70 años, con una documentación histórica excepcional recopilada por Antonio Martín, ha buceado en la memoria de muchos visitantes para sacar a relucir unos recuerdos dolorosos pero que no debemos olvidar. Volviendo al presente, los originales de V de Vendetta que David Lloyd ha traído bajo el brazo quitaban el hipo. Sencillamente geniales, una muestra del poder gráfico del británico, y de cómo el blanco y negro era la concepción original y perfecta para esta obra firmada por Alan Moore. Miguelanxo Prado no le iba a la zaga en su propia exposición, celebrando el premio en la edición anterior del Saló de La mansión de los Pampín. La admiración que siento por el artista gallego quedó consolidada con la visita y la apreciación de sus originales. Por último, destacar en este mismo espacio el singular pabellón dedicado a la Comunidad de Madrid, con una impresionante presencia derivada del libro De Madrid a los tebeos, en el que se recordó la labor de autores nacidos o afincados en la capital, amén de la aportación de las distintas editoriales madrileñas a lo largo de la historia del cómic en España. El año que viene la Comunidad Valenciana será la protagonista.
En definitiva, un Saló con visos de salir hacia fuera y darse a conocer a un público mucho mayor. Abrir las puertas del gueto para que todo el mundo participe de la gran fiesta que supone el Saló del Còmic de Barcelona y combinarla con el esfuerzo que ha de suponer esta cita anual para los profesionales del medio, con tal de llevar la industria del cómic a una posición, no de privilegio, pero sí de normalidad.
Más información en:
El primero es que la asistencia de público se me ha antojado menor que ediciones inmediatamente anteriores. Será el Mundial, será la Fórmula 1, será el Roland Garrós, será el buen tiempo de playa, serán los exámenes o vaya usted a saber. Pero se podía pasear sin agobios por todo el recinto e incluso ha habido largos periodos donde el Saló presentaba un aspecto desangelado. Por otro lado adecuado, claro, para poder deambular sin agobios entre stand y stand. Eso sí, la gente se ha animado, y se nota cada año más, a aparecer disfrazada y con más ganas de fiesta. Me estoy haciendo mayor, supongo, yo sería incapaz de algo así (aunque hoy hayan sugerido lo contrario, pero esto es harina de otro costal...), pero alegra ver que la juventud llega desinhibida a pasar unos días de pura diversión disfrutando de su mayor afición.
El segundo aspecto a destacar es el giro en la dirección y en la percepción que se tiene del Saló desde fuera. Sobre todo porque éste ha sido un Saló donde se ha querido dar un paso más allá hacia la constatación de que el cómic es un medio artístico y, como tal, merece reconocimiento legítimo en las altas esferas. La propuesta no de ley de un Premio Nacional del Cómic ha llevado a que el sábado tuviera lugar una reunión larga y densa entre editores, autores, críticos y una delegación de diputados del Congreso donde se ha hablado con seriedad y ánimos una serie de medidas para llevar al cómic a un estatus social normalizado. El cómic en las escuelas de primaria y secundaria, en universidades, en bibliotecas, asociaciones para la defensa y el cuidado del material, un ya no tan utópico gremio de editores... Son palabras mayores para una industria que hace no mucho se encontraba abandonada por las instituciones gubernamentales. Sólo falta que autores y editores sigan de la mano en esta aventura que ha de ser indisolublemente conjunta.
La repercusión mediática de esta edición me ha sorprendido. Estaba claro que la presencia del ministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar levantaría el interés general de todos los medios informativos, y así fue. El jueves, primer día del Saló, sus dibujos despertaron la curiosidad y la necesidad de la foto perfecta por parte de las cadenas de televisión y los diarios presentes. Otra figura estrella fue Andreu Buenafuente, que asistió a la presentación oficial de la revista Buenafuente que edita El Jueves con una tirada de cerca de 100.000 ejemplares. Buenafuente, "El Follonero" y Óscar Nebreda ofrecieron un recital de humor en una presentación seguida muy de cerca por las cámaras.
En consonancia han ido muchas de las mesas redondas y conferencias que se han dado en las salas correspondientes. La heterogeneidad ha sido la nota de este año, en una edición donde ha habido charlas sobre la guerra civil, política, fútbol, cine, géneros y orientaciones sexuales y blogs. Queda patente, pues, la globalidad de temáticas que puede abarcar un medio como el cómic, y la intención democrática de hablar todos de todo. Con respeto, humor y amor a la industria.
Buena nota merecen también las exposiciones y la conquista de la ciudad condal. Varios actos paralelos se han llevado a cabo en toda Barcelona, sobre todo en el barrio de Gràcia (a 20 minutos del Saló), que complementaban a la perfección las exposiciones y los actos oficiales que se daban dentro del recinto ferial. Todas las exposiciones han tenido una cuidada presentación, como viene siendo habitual en los últimos años. La memoria rescatada de nuestra guerra civil, de la que este año se cumplen 70 años, con una documentación histórica excepcional recopilada por Antonio Martín, ha buceado en la memoria de muchos visitantes para sacar a relucir unos recuerdos dolorosos pero que no debemos olvidar. Volviendo al presente, los originales de V de Vendetta que David Lloyd ha traído bajo el brazo quitaban el hipo. Sencillamente geniales, una muestra del poder gráfico del británico, y de cómo el blanco y negro era la concepción original y perfecta para esta obra firmada por Alan Moore. Miguelanxo Prado no le iba a la zaga en su propia exposición, celebrando el premio en la edición anterior del Saló de La mansión de los Pampín. La admiración que siento por el artista gallego quedó consolidada con la visita y la apreciación de sus originales. Por último, destacar en este mismo espacio el singular pabellón dedicado a la Comunidad de Madrid, con una impresionante presencia derivada del libro De Madrid a los tebeos, en el que se recordó la labor de autores nacidos o afincados en la capital, amén de la aportación de las distintas editoriales madrileñas a lo largo de la historia del cómic en España. El año que viene la Comunidad Valenciana será la protagonista.
En definitiva, un Saló con visos de salir hacia fuera y darse a conocer a un público mucho mayor. Abrir las puertas del gueto para que todo el mundo participe de la gran fiesta que supone el Saló del Còmic de Barcelona y combinarla con el esfuerzo que ha de suponer esta cita anual para los profesionales del medio, con tal de llevar la industria del cómic a una posición, no de privilegio, pero sí de normalidad.
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3 Comentarios:
Hola Sergio. Te escribo, en primer lugar, para agradecer públicamente tu presencia y colaboración en el Salón del Cómic.
En segundo, y no menos importante, para disculparme por no haberte atendido como te merecías (bien/mejor, por supuesto). Como has podido comprobar, hemos tenido una gran afluencia de periodistas que ha desbordado nuestro trabajo.
Espero contar contigo en próximas ediciones y que podamos tomarnos unas cokes traqnuilamente.
Por Anónimo, a las 1:06 a. m.
Hola, Tomàs
Encantado de haber participado un poco más activamente este año. Aquí seguiré para lo que necesitéis, claro.
Lo del trato no te disculpes, que era más importante ahora atender otros asuntos más urgentes y prioritarios. Yo me sé manejar solo por el Saló :)
Y lo de las Cokes te las dejo a ti, que uno tiene una fama de borracho que mantener.
Un abrazo.
Por tirafrutas, a las 1:37 a. m.
>>>destacar en este mismo espacio el singular pabellón dedicado a la Comunidad de Madrid>>>
Compruebo que usted sigue en la brecha buena: la de quien siente.
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Por Anónimo, a las 1:24 p. m.
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