El cómic y las nuevas tecnologías

Permítanme que dedique esta jornada festiva a reflexionar un poquito (estamos de vacaciones, así que no vamos a calentarnos mucho la cabeza) sobre la piratería en el mundo del cómic.

Ya hace varios años que estamos viviendo un auge de la piratería en cuanto a música y cine se refiere. Las nuevas tecnologías y la facilidad con que cualquier persona puede acceder a ellas ha posibilitado un crecimiento inusitado en el número de copias ilegales que circulan por las estanterías de nuestros hogares. Si bien es cierto que lo ideal sería hacer uso de estas técnicas con fines únicamente conservativos (es decir, copias de seguridad), no pasa un día que esté tranquilamente viendo el fútbol en el bar y no tenga que espantar a 5 ó 6 vendedores ambulantes de CD's con copias ilegales de películas. Esta actitud reprochable, de querer lucrarse a partir del trabajo de terceros, está propiciando que otros energúmenos escuden sus ansias de poder y riqueza y promulguen acciones y métodos nada éticos para preservar los derechos de autor originales.

Pero vaya, que me pierdo, que no quería hablar de ladrones ni de cine ni de música. Éste es un blog de cómics, así que voy a hablar de la piratería de cómics.

Personalmente, es un fenómeno que no me cabe en las meninges. Mi educación literaria ha hecho de mí un ser que se apasiona con el olor a imprenta que se desprende al pasar las páginas, y no concibo que una persona llegue siquiera en algún momento a sustituir esta forma de lectura por una sentada frente a la pantalla de un ordenador. Estar medio tumbado, posición beneficiosa para la cifoescoliosis, y disfrutar de un buen libro o un buen cómic es una de las experiencias más gratificantes que se pueden tener en solitario; dejarse la vista mirando un monitor, como que no. Es imposible que un formato digital que se tenga que visionar en una pantalla llegue a establecerse como sustituto de la lectura tradicional del cómic. En su contra tiene, aparte del cansancio visual, la pérdida de una parte importante del lenguaje del cómic, de la narrativa: no podemos ver la página en su totalidad como una entidad unitaria a menos que nos hayamos gastado una cantidad ingente de dinero en un monitor bien hermoso. Y eso si lo que se hace es ver una digitalización de la página original, porque cuando se está viendo un cómic digital con efectos especiales, zooms y lindezas varias, la situación roza lo grotesco.

Como opción informativa, es otro cantar. En un mercado con tal amplitud de oferta y una demanda tan baja, y con algunos precios que en ocasiones limitan en lo estrictamente lujoso, se hace indispensable estar completamente informado antes de realizar una compra satisfactoria. Nos podemos guiar por el buen gusto de nuestros amigos o de la trayectoria de los autores, pero no tenemos la posibilidad de degustar un avance del cómic a menos que sea estadounidense. Ésta es una de las razones por las que mucha gente usa programas de conexión punto a punto para adquirir copias digitalizadas de cómics, y así juzgar personalmente si la potencial compra de ese cómic sería aconsejable. Pero la tergiversación de las directrices originales de estos programas es aprovechada por muchos caraduras para hacer su agosto.

Todavía no estamos en el punto en que se encuentran otras industrias como la musical o la de cine, sobre todo la primera. Si las discográficas no cambian de táctica y se adaptan a los tiempos, muchas pueden acabar cerrando a causa del MP3, su incompetencia y los desaprensivos piratas. En cuanto al cómic, para evitar que esto llegue siquiera a plantearse, que existan páginas web dedicadas a ofrecer cómics digitalizados (que lo único que consiguen es dañar a la editorial, a los autores y, en última instancia, a los propios lectores), surgen iniciativas como en Francia, donde Dargaud promulga el uso de internet con fines informativos y obliga a los sitios amateurs a citar la fuente, los autores y no publicar más de 3 ó 4 páginas, o de lo contrario se verán perseguidos por violación de los derechos de copia. Dargaud ha creado un departamento informático y jurídico dedicado a ello, por lo que podemos advertir la importancia de este fenónemo en alza que son las páginas y programas que sirven de vehículo para distribuir copias digitalizadas de cómic ilegales. De esta forma, existen sitios como Read-Box, donde se pueden ver multitud de páginas de forma gratuita, al más típico estilo de webs estadounidenses como Comics Continuum o las propias páginas de las casas editoriales.

En España, por el momento, no tenemos nada parecido. No voy a entrar en el debate de la existencia o no de portales profesionales dedicados al mundo del cómic, cuando estamos sobreviviendo (mejor o peor) a base de iniciativas personales como la proliferación de blogs que hemos vivido en el último año. Pero, eso sí, voy a dejar bien claro que ninguna editorial española ofrece avances de sus productos. Unas amparándose en el hecho de que sus productos son de importación y bien pueden ojearse en fuentes como las anteriores, y otras por simple desidia informativa, lo cierto es que en muchas ocasiones el lector español se siente perdido al planificar sus compras. El colmo llega cuando, además, el cómic en la librería viene plastificado, por lo que, si sumamos factores, a veces la compra es totalmente a ciegas. Tan solo algunas pequeñas, y aquí cito nombres como Ponent Mon, Recerca o El editor breve, ofrecen en distintos portales amigos algunas páginas de sus próximos productos.

Ante esta situación, ¿qué hacemos? ¿Continuamos tal como estamos? Porque así me surgen varias preguntas como "¿Es una cuestión nada grave, ya que el pirateo de cómics, sobre todo los de distribución minoritaria, no es un fenómeno de masas?", ó "¿Cuántas ventas se pierden por falta de información?". Son cuestiones simples y puede que demasiado alarmantes, porque yo nunca voy a abandonar el formato papel por una copia digitalizada y siempre procuro informarme como puedo de las próximas novedades, pero no todos pueden decir lo mismo (sobre todo al segundo punto) y también a veces soy paranoico y le veo las orejas al lobo.

PD: Después de este tocho, preparo la bolsa de deporte y me voy a un balneario, a olvidar todas las penas. Esta semana no hay podcast, pero sí que habrá lecturas el domingo y todas las noticias que se produzcan. ¡Salud!